5.8.13

Hay días en que tomo la cámara y salgo a buscar los dibujos del Niño de las Pinturas para disfrutar con su arte por las calles de Grana. Algunas de estas pinturas ya no existen, en fin... sin embargo hay muchas fachadas de monumentos con pintadas, de las que no se ocupa nadie....una pena!!!

                       Me considero una persona que ama su ciudad y que desea verla bonita
                       y cuidada, no me gustan las pintarrajeadas que hacen algunos en las paredes,
                       y sobretodo en los monumentos pero, para mi, el Niño de las Pinturas es un artista.

De todas sus pinturas, la que un día me  emocionó,  y...se me puso el vello de pie e incluso me hizo llorar fue esta que estaba ubicada en la Plaza del Carmen,  la hizo cuando se cometió el terrible atentado del 11M , estaba en el muro de un pasadizo que se había construido en el edificio del Carmen que, por aquel entonces lo estaban rehabilitando, recuerdo que cada vez que veía que las obras avanzaban yo pensaba, esto no lo pueden quitar, nos representa a todos, el dolor que hemos padecido, es como un monumento, bien... era una quimera, un día pase y ya no estaba, recuerdas cuando has apostado a que aquello no podía ocurrir porque se acabaría el mundo?, bien,  pasó y el mundo siguió adelante pero, siempre que paso por allí recuerdo esta pintura, esta grabada a fuego en mis pupilas tal vez por lo que representa, si....

Después del mandato ó reglamento ó como se llame por el cual quedan prohibidas las pinturas en los muros, tal vez  no volvamos a ver nuevas obras de este gran artista, una pena....


























¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste grandes señales había! Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida, moro que en tal signo nace no debe decir mentira. Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que decía: - No te la diré, señor, aunque me cueste la vida, porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva; siendo yo niño y muchacho mi madre me lo decía: que mentira no dijese, que era grande villanía: por tanto pregunta, rey, que la verdad te diría. - Yo te agradezco, Abenámar, aquesta tu cortesía. ¿Qué castillos son aquellos? ¡Altos son y relucían! - El Alhambra era, señor, y la otra la mezquita; los otros los Alijares, labrados a maravilla. El moro que los labraba cien doblas ganaba al día y el día que no los labra otras tantas se perdía. El otro es Generalife, huerta que par no tenía; el otro Torres Bermejas, castillo de gran valía. Allí habló el rey don Juan, bien oiréis lo que decía: - Si tú quisieras, Granada, contigo me casaría; daréte en arras y dote a Córdoba y a Sevilla. - Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda; el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería.