6.6.21

                         Los Alayos (1.980 m)




Ya teníamos ganas de recorrer el macizo de #LosAlayos, una formación compuesta de rocas de carbonato de calcio, dolomíticas.

Aunque su altitud no llega a los 2.000 metros, cuando llegas al Mirador del Canal de la Espartera no puedes separar los ojos de ellos ante el magno espectáculo que supone su visión, el mismo que producen otros picos de esa zona, la Boca de la Pescá, el Trevenque...
Salimos en busca de nuestra nueva aventura bajando por la Era de los pensamientos o del Trevenque, a la izquierda déjanos el Cortijo Sevilla y entramos en los arenales, que aunque el recorrido no es difícil, si es intenso y de un grado medio de dificultad, hay que ir atentos para no dar un traspiés.
El paisaje en esta época de primavera está en todo su esplendor de colores y olores que saturan los sentidos. Nuestro primer objetivo era cruzar el Río Dílar por un puentecillo de madera existente, para eso tomamos el sendero de bajada, al cruzar el río ya no encontramos ningún otro puente ni sendero que nos llevase a la base de Los Alayos, así que tomamos un camino bastante enrevesado entre toda clase de maleza, que por supuesto no nos iba a echar atrás en nuestro deseo, esto nos llevó hasta una de las muchas barranqueras que se han ido formando por la erosión y el arrastre de rocas con las lluvias, y entonces comenzó la verdadera aventura que buscábamos, vencer el peligro que supone subir por esas barranqueras, porque lo hicimos por tres de ellas, la mayor parte trascurrió escalando rocas, que a la más mínima se desmoronan, y que supone buscar otra opción o ir limpiando lo que puedas de esa arena como puedes para poder poner el pie con alguna seguridad y sin mirar abajo ni tener el pensamiento de lo que ocurriría si cometes un fallo 😂😂, meterte entre zarzas, espinos, árboles caídos... Y así transcurrió nuestra excursión hasta que fuimos subiendo, siempre según nuestra intuición, porque no encontramos ni un solo sendero ni señalización, siempre fuimos de una barranquera a otra bajando y volviendo a subir, serpenteando y cogiendo alguna señal de las que van dejando las cabras monteses ,o sea, que nos convertimos en unos locos como cabras, pero satisfechos cada vez que vencíamos cualquier dificultad. Pero no todo el tiempo se nos fue en subir o bajar, en todo momento estuvimos pendientes de asombrarnos mil veces de las panorámicas que estar a esas alturas nos proporcionaba, es un verdadero lujo contemplar tanta belleza. También tuvimos tiempo de beber un agua riquísima que corría por una de las barranqueras que visitamos, de comprobar la rica variedad de la flora de Sierra Nevada. Una vez arriba ,y tras los descansos que hicimos para tomarnos el bocata, los zumos y terminar con el agua que llevábamos, llegó la hora de buscar por donde bajar que no fuese hacerlo por el mismo camino, queríamos realizar una ruta circular, el problema, si es que se puede llamar así, era encontrar un sendero o algo similar que nos llevase a la Toma de la Espartera o al Collado del Tío Chaquetas, y eso nos llevó bastante tiempo, subimos, bajamos y nada, y de pronto, entre arbustos y las mil plantas que han crecido, creímos vislumbrarlo y allá que fuimos subiendo, y sí, por fin teníamos uno que no sabíamos ni dónde nos llevaría, pero decidimos seguirlo, misión nada fácil porque parece que no está nada transitado y lo íbamos perdiendo de vez en cuando, y eso nos hacía retrasarnos, pero al fin, ya en las alturas, se hizo más continuado y de pronto comenzó una bajada entre pinares, más árboles caídos y más zarzas, aunque muy bonito todo, que nos llevó de vuelta al río, justo enfrente de la caseta del transformador de la Toma, donde hay unos troncos para poder cruzar al otro lado.
Ya lo que nos quedaba era volver a subir y retomar el camino que habíamos traído para llegar de nuevo al Mirador del Canal de la Espartera.
Sería estupendo que la Consejería para la Transición Ecológica y Sostenibilidad y Consejería de Fomento de la Junta de Andalucía, Medio Ambiente de la Junta de Andalucía dedicase más medios para la señalización y difusión de los espacios que recorren los senderistas, así el turismo que venga tendría más opciones de disfrutar de nuestra #SierraNevada que no sea siempre subir al #Veleta o el #Mulhacen.

















































                         
                   Catalogo de montes públicos de Andalucía

   GR-11006-JA LOS ALAYOS
Superficie total: 2.135,9884 ha Superficie pública: 2.135,9884 ha
Término Municipal: DILAR Partido Judicial: GRANADA

¿Inclusión en Espacio Natural Protegido? SI
Figura de protección:
L.I.C. , PARQUE NACIONAL , PARQUE NATURAL , Z.E.P.A.
Linderos Parcela: EXPEDIENTE DE MODIFICACIÓN

Norte: 
Propiedades particulares de naturaleza rústica a través de la acequia baja, Monte Público "Monte del Pueblo" (GR-70020-AY) propiedad del Ayuntamiento de Dílar a través del río Dílar, terrenos particulares de naturaleza rústica a través del barranco del Búho, Cañada Real de Padul al Pico de la Veleta, de nuevo barranco del Búho hasta llegar al Cerro del Trevenque, desde el cual linda con el término municipal de Monachil mediante el Monte Público "La Cortijuela" (GR-11010-JA).
Este:
Propiedad particular de naturaleza rústica a través del Cerro de las Chozas, el Collado de Chaquetas, el Puntal de los Mecheros y los tajos que parten de este puntal hasta llegar a la Cuesta del Pino. Continúa por la citada cuesta hasta llegar al Collado del Espinar.
Sur: 
Término municipal de Dúrcal mediante los Cerros del Espinar, el Corazón de la Sandía, Picacho Alto y monte de propiedad particular "Montes de Dúrcal". Término municipal de Padul a través del Monte Público "Cerro de Abajo y El Manar" (GR-30019-AY) declarado de Utilidad Pública con el nº 12-D y propiedad del Ayuntamiento de Padul.
Oeste:
Monte de propiedad particular "El Manar" a través de, la divisoria situada entre el Puerto de las Cabreras y el de la Mala Mujer, y un barranco. A partir de este barranco linda con propiedades particulares de carácter agrícola a través de parte de la Cañada Real de Padul al Pico de la Veleta y de varios caminos.


Decreto 493/2012, de 25 de septiembre, por el que se declaran determinados lugares de importancia comunitaria como Zonas Especiales de Conservación de la Red Ecológica Europea Natura 2000 en la Comunidad Autónoma de Andalucía. El artículo 45 de la Constitución Española establece, como principio rector de la política social y económica, «el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo» y que los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva. De acuerdo con el Estatuto de Autonomía para Andalucía, corresponde a la Comunidad Autónoma la competencia exclusiva, en materia de delimitación, regulación, ordenación y gestión integral de los espacios naturales protegidos, incluyendo los que afecten a las aguas marítimas de su jurisdicción, corredores biológicos, y hábitats en el territorio de Andalucía, así como la declaración de cualquier figura de protección y establecimiento de normas adicionales de protección ambiental. Todo ello sin perjuicio de la legislación básica sobre protección del medio ambiente, dispuesto en el artículo 149.1.23 de la Constitución Española.

A los pies del robledal El agua de nieve del Veleta convierte un valle de Sierra Nevada en una zona privilegiada.Un ejemplar macho de cabra montés asoma su regia y retorcida cornamenta en lo alto del Collado del Pino. Desde allí contempla altas montañas, nieves perpetuas, aguas cristalinas, valles frondosos, espesos bosques y un excepcional robledal centenario. Es la Dehesa de Dílar, una depresión situada en pleno corazón de Sierra Nevada y flanqueada por dos conocidos gigantes: Los montes Alayos y el pico del Trevenque. Y en el corazón del valle, su río. Los tenues hilos de agua que se forman entre borreguiles de la Laguna de las Yeguas, en el pico del Veleta, ensanchan su caudal por las faldas de Sierra Nevada hasta el pintoresco pueblo serrano que les presta su nombre: Dílar. Este municipio tiene uno de los términos municipales más extensos y de más belleza paisajística de la provincia de Granada y de eso tiene gran parte de culpa su río, que en su viaje desde las altas cumbres riega las tierras, inunda su cauce de vegetación y se incrusta entre las montañas. La Dehesa de Dílar es una de esas zonas privilegiadas que el paso de este río de aguas extremadamente frías y su entorno de recias montañas convierten en un lugar idóneo para el caminante ávido de naturaleza en estado puro. No en vano, cuenta con la máxima protección, al estar dentro del Parque Nacional de Sierra Nevada. La Dehesa, que conserva su nombre a pesar de que el tránsito ganadero está muy limitado (por el abandono paulatino de esta actividad y las limitaciones que impone la administración en zona protegida) es un paraíso escondido que sin embargo se encuentra a pocos kilómetros de la capital granadina. Desde La Zubia, municipio del área metropolitana, una carretera conduce hasta Cumbres Verdes y la Fuente del Hervidero, conocido lugar de meriendas familiares. A pocos metros de allí hay un pequeño altiplano conocido como el Collado Sevilla, desde donde parte un sendero que conduce hasta el mismo corazón de la Dehesa de Dílar. Con toda la vertiente del Dílar al frente, a la espalda queda una magnífica vista de la ciudad de Granada. El camino desciende por los arenales del Trevenque, conocido como el rey de la baja montaña, por tener una de las cimas más atractivas para los excursionistas sin grandes pretensiones, pero con buena forma física. Este monte, que es referencia durante todo el camino, tiene frente a sí las hermosas panorámicas de los Alayos. Entre ellos destacan picos como el Corazón de la Sandía o el Castillejo, todos ellos rondando los 2.000 metros de altura. Entre ambos conjuntos montañosos se adentra el sendero en el valle del Dílar. Para ello hay que pasar junto a los tajos calizos del Barranco del Búho, donde aún se pueden distinguir los tocones de lo que hace años fue un bosque de pinos milenarios que resultaron calcinados en un incendio. El final de este descenso es el cauce del río Dílar. La toma del Canal de la Espartera, desde donde se extiende la zona de la Dehesa, es una pequeña presa con una catarata que para los valientes que se atreven a probar las bajas temperaturas de estas aguas resulta un atractivo añadido de un río cuyo caudal aumenta considerablemente en primavera, cuando el sol derrite la nieve de Sierra Nevada. En este punto el sendero incluye algo de aventura, pues el caminante tiene que hacer gala de su ingenio y habilidad para cruzar el río. Si bien en los días de deshielo la empresa puede ser más complicada, normalmente es suficiente con saltar de piedra en piedra o encontrar un tronco atravesado. El agua del Dílar se queda abajo a medida que se asciende la Cuesta del Pino, una subida fuerte que resulta entretenida por la belleza del espeso bosque de pinar que atraviesa. Estos árboles son de repoblación, como cualquier pino que se encuentre en toda esta vertiente, pero el paisaje se salpica con arces, majuelos o enredaderas propios de la zona. Aunque como vegetación autóctona característica destaca el roble, de cuyos ejemplares centenarios está lleno el magnífico paseo de la Dehesa de Dílar. Al final de la Cuesta del Pino comienza el robledal, un terreno llano, a 1.700 metros de altura y con el río a sus pies, que en otoño adquiere su máximo esplendor. Las hojas perennes, como si de oro envejecido estuvieran hechas, cubren la loma de un manto ocre que hasta la cabra montés admira desde su atalaya.